Anoche,
tu
cuerpo era un extraño.
Nuestro
cuarto, un extranjero,
bañado
acaso por otra luz.
Tus
manos me hablaban
de
nuevo,
con
la urgencia
de
aquel hotel de París.
Por
un momento,
me
supo a Gloria,
a
pasado enterrado,
a
comienzo,
a
historia por escribir,
Aún
así no noté tu alianza
en
mi espalda.
Me
siento otra en este abrazo.
No
reconozco esta piel que nos envuelve.
Este
latido, este aliento,
todo
me es tan ajeno.
Esta
caricia es tan nueva.
Esta
canción aún no ha sido escuchada,
Nadie
había escrito este verso.
Y
tú,
jamás
te había visto esa mirada.
No
he reconocido ni tu voz.
Has
dicho otro nombre entre susurros.
Ha
sido la primera y la última vez, de algo.
Y
qué pasa si ya no me despierto más a tu lado.
Si
ya no confundimos las almohadas.
Si,
de repente,
no
calientas más mi lado de la cama.
Si
no entrelazas tus piernas con las mías.
Por
qué anoche no cruzamos las miradas.
Por
qué no supimos que aún nos quedaban más ganas.
Por
qué tu cepillo no descansaba cómplice
sobre
el mío,
por
qué ya no se encontraban.
Por
qué esta mañana no he quemado tus tostadas, como siempre.
Por
qué no te besé antes de marcharte,
con
las prisas,
con
la risa tonta,
con
esas ganas de volver a verte
con
tus ganas de volver a por más,
de
repetir el postre.
Por
qué hoy,
no
encajan mis llaves...
¡Qué
manía de hacer todos los dúplex iguales! Cuando se lo cuente a mi
marido, se va a reír.
Imagen y texto: Santi Jiménez.
Buenísimo!
ResponderEliminarMuchas gracias, señor@ anónim@.
Eliminar